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domingo, 20 de junio de 2010

Israel. La vaca sagrada de Occidente.

Hace menos de dos años, concretamente antes del ataque israelí “Plomo fundido” sobre la franja de Gaza a finales de Diciembre de 2008, Todos los medios de comunicación occidentales se llenaban de alabanzas y buenas palabras acerca de Turquía, su gobierno y ese modelo islámico “único en el mundo”. Un modelo que derrumbaba todas aquellas teorías que hablaban de la imposibilidad de la coexistencia del Islam con la democracia.

Rápidamente, estos elogios se evaporaron y se convirtieron en campañas políticas y de medios informativos intensas en contra del gobierno turco, especialmente entre la derecha estadounidense y europea utilizando sus periódicos y tribunas para dar una percepción de que Turquía y su primer ministro Recep Tayeb Erdogan son 'hostiles' y trabajan con agendas propias que ponen en peligro los intereses occidentales en Oriente Medio.


La palabra clave que está detrás de este cambio se compone de seis letras y es "Israel", esa es la brújula que marca los enemigos de Occidente, de la misma forma que determina sus amigos. Cuando Turquía hacía de mediador entre Israel y Siria y era el país anfitrión de las rondas de negociaciones indirectas de paz, se describía a Turquía como un estado moderado que hacía de puente de entendimiento entre Oriente y Occidente. Sin embargo, cuando este mismo país con sus mismos dirigentes se levantó por su dignidad nacional, cuando clamó justicia para la población de la franja de Gaza enseguida pasó a formar parte del otro bando.

Es muy lamentable ver esa coordinación sincronizada entre los medios de comunicación occidentales, el lobby sionista y últimamente hasta con los medios árabes sobre esta cuestión. Es como si hubiera un maestro de orquestra que maneja el grupo de forma muy cuidadosa para engañar a la opinión pública.

El Partido Laborista del Kurdistán PKK, antaño partido terrorista tanto para Europa como para Estados Unidos, sobre todo antes del ataque de Israel a la flota de la Libertad, ahora ya no parece ser tan terrorista, y el Partido Justicia y Desarrollo, que fue visto como un símbolo de la moderación se ha convertido en un extremista, fundamentalista y una amenaza a los intereses de Turquía y sus vecinos europeos. Incluso el Primer ministro Recep Tayeb Erdogan, comete un pecado grave al recibir tanto el presidente Sudanés, Omar al-Bashir y el Presidente Iraní Ahmadinejad, según el periodista americano Thomas Friedman.

No hay ningún problema en que tanto el Bashir o Ahmadinejad visiten Arabia Saudita, Etiopía, Nigeria, Irak, Libia o incluso Rusia. Pero que uno de los dos presidentes visite Turquía, ¡eso es un pecado imperdonable!

De pronto se le olvidaron al Sr. Friedman los grandes servicios prestados por Turquía al mundo occidental durante los últimos sesenta años, a través de su participación en la OTAN (desde 1952), siendo una barrera decisiva contra la expansión comunista marxista hacia el Este y el Sur. Participó en la mayoría de las guerras contemporáneas de EE.UU en Iraq, Afganistán, Bosnia y Kosovo, Todo lo anterior y mucho más se multiplicó por cero porque el Sr. Erdogan se interesó por la situación en que viven un millón y medio de palestinos en una franja bloqueada por Israel desde hace más de 3 años y su insistencia en que se forme un equipo independiente e internacional para que investigue la masacre en alta mar que las fuerzas israelíes cometieron contra activistas desarmados en plena noche.

La “vaca sagrada” de Occidente es Israel. No sólo hay que adorarla sino que es intocable ni de lejos ni de cerca, es la línea roja, un país inmune, con carta blanca desde el Oeste Colonial para que haga lo que quiera cuándo y dónde quiera.

Los gobernantes seculares de Turquía, los herederos de Ataturk, respondieron a todas las solicitudes de Occidente: Modificaron la constitución, lanzaron Libertades, aprobaron todos los valores de la democracia occidental, abolieron la pena de muerte. Cuando los islamistas moderados llegaron al poder liderados por Erdogan toleraron el adulterio, miraron al otro lado en cuanto a los bares y los burdeles con el fin de optar al club europeo y alcanzar así el viejo sueño de Ataturk. Llegado el momento de la verdad, los turcos se encontraron con la puerta cerrada y un cartel dónde ponía claramente: “Prohibida la entrada a Musulmanes”.

La alianza estratégica entre Turquía e Israel que duró más de medio siglo no abrió la puerta de la Unión Europea a Turquía, a sus gobernantes o a sus ciudadanos. Sin embargo, ha hecho falta un solo desacuerdo entre los dos países para que toda la Unión europea se uniera por activo y por pasivo en contra de Turquía debido a la supuesta amenaza del hecho de las recientes relaciones estratégicas que el País turco está formando con los países árabes y musulmanes de su entorno.

El ex presidente del gobierno español José María Aznar, que formó parte del cuarteto satánico con Bush, Blair y Berlusconi que destruyó Iraq y Afganistán, dejando atrás a millones de personas entre muertos, heridos y desplazados, salió tocando el tambor de guerra apoyando a Israel en su guerra contra sus enemigos en un artículo publicado en diario británico “Times” hace tres días.
Igual que se hizo con Jamal Abdel Nasser en los años 60 y Saddam Hussein en los años 90, ahora están tratando de apretar al señor Erdogan con cualquier tipo de difamación o mentiras, dudando de la democratización de Turquía, del respeto a las libertades e incitando a la sociedad secular (o lo que queda de ella) para revelarse ante su Gobierno.

El sheikh de los neoliberales en la prensa de EE.UU Thomas Friedman en su último artículo en el New York Times el pasado miércoles, se mostró muy molesto por la popularidad del Sr. Erdogan en las calles árabes y afirma que eso no le importa, “pero que no lo sea apoyando a Hamás o siendo más extremista que los mismos árabes, sino defendiendo la democracia y siendo un mediador de confianza entre israelíes y palestinos”.

Parece que al Sr. Friedman cuando habla de democracia se le olvida que el movimiento de Hamás ganó las últimas elecciones palestinas con mayoría y que el Sr. Erdogan hizo de mediador entre Sirios e israelíes sobre la cuestión de los altos del Golán pero sus amigos los israelíes traicionaron esta mediación con el ataque sorpresa a la Franja de Gaza en 2008 además de poner condiciones imposibles para un acuerdo entre los dos partes en conflicto.

El problema es que el Sr. Friedman y sus amigos quieren que Erdogan sea una copia exacta de la mayoría de los gobernantes árabes para convertirse en un líder de una dictadura corrupto guiado por las exigencias externas de Occidente, pidiendo maximizar el bloqueo a la franja de Gaza y mandando barcos militares para hundir los barcos humanitarios que se dirijan a la zona.

No hay indicios de que el Sr. Erdogan vaya a cambiar su postura con respecto a Gaza ni sobre el conflicto árabe-israelí ni creo que le vayan afectar estas amenazas y críticas, ¡o eso espero!

El proceso de cambio en la región ha comenzado con fuerza y este cambio no le conviene ni a Israel ni a EE.UU puesto que las nuevas generaciones árabes y musulmanas ya no soportan tanta injusticia y tanta intimidación por parte de Occidente y sus aliados en la zona.

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