Quizás sea un crimen preguntar por qué Alemania está pagando su “deuda” a Israel por la masacre que los sionistas afirman que el Führer nazi cometió en los años cuarenta. Durante más de medio siglo, los alemanes, generación tras generación, han estado “compensando” a Israel por el “Holocausto.”
Quizás sea un crimen preguntar por qué EEUU no está compensando a los indios nativos americanos y por qué Israel no está pagando su deuda a los palestinos, los egipcios, los libaneses y, más recientemente, a los ciudadanos de los Emiratos Árabes Unidos. Durante más de medio siglo, todo el mundo ha estado contemplando las atrocidades, masacres, usurpaciones, guerras, asesinatos, conspiraciones y chantajes de Israel en las cadenas de televisión y otros medios, excluyendo por supuesto los de Rupert Murdoch.
Sin embargo, es un derecho indiscutible preguntar por qué los árabes todavía continúan con los brazos cruzados y mostrando su indiferencia hacia una Palestina cuyo territorio se reduce más y más. ¿Cómo pueden algunos líderes árabes enviar cartas de felicitación a Israel por su creación hace 62 años? En menos de un año, que se inició en febrero de 1948, bandas terroristas sionistas como la Haganah, el Irgun y LEHI comenzaron a cometer masacre tras masacre de forma sistemática en un intento, exitoso aparentemente, de lograr una masiva desposesión de los palestinos. Alrededor de 750.000 palestinos fueron brutalmente expulsados de sus hogares y tierras, que fueron confiscados. Estos hechos fueron conocidos con el nombre de Nakba, o Catástrofe, y están perfectamente documentados.
Les llevó, pues, a los sionistas 51 años declarar su estado sobre las ruinas de Palestina desde la primera conferencia de la “Organización Internacional Sionista” organizada por Theodore Herzl en Basilea, Suiza, en 1897.
A principios de los años treinta, los británicos publicaron el así llamado “Papel Blanco” que determinaría las cuotas de emigrantes judíos a Palestina, fijando una tasa anual de unos 15.000 durante cinco años. Diez años más tarde, según el Papel, los palestinos gobernarían su propio estado después de declarar su independencia. Sin embargo, los sionistas buscaron anular este Papel en 1939. El líder sionista Ben Gurión dijo: “Lucharemos en la Segunda Guerra Mundial como si no hubiera un Papel Blanco y lucharemos contra el Papel Blanco como si no hubiera una guerra.”
Cuando Palestina estaba bajo el mandato británico, el ejército colonial inglés permitió el inicio de la limpieza étnica y la desposesión de los palestinos por parte de las bandas sionistas, lo cual dio lugar a una revolución de los palestinos entre los años 1936-1939.
En aquel entonces, los árabes estaban tan indefensos como hoy, aunque más conectados con la causa. Y justo como sucede hoy, los palestinos pusieron su destino en las manos de la Liga Árabe, en lo que fue quizás uno de los errores más graves en el curso del conflicto palestino-israelí. Aparentemente, los sionistas no estaban muy preocupados por los árabes tanto ni tampoco por la actitud de la comunidad internacional que se estaba formando después de la Segunda Guerra Mundial.
Con respecto a Europa, el chantaje fue su arma más efectiva y su instrumento fue, por supuesto, el Holocausto. Se suponía que la ONU iba a declarar la independencia de Palestina en 1947, pero, en lugar de ello, el organismo internacional aprobó la famosa resolución de la partición, que estipulaba que los palestinos tenían derecho a menos de la mitad de su país y que la otra mitad mayor iría a los colonos israelíes.
Los sionistas fueron compensados así por el Holocausto con más de la mitad de Palestina.
“Hay un país y su nombre, por casualidad, es Palestina. Hay un país sin un pueblo y, por otro lado, hay un pueblo judío sin una patria,” dijo Hayim Wiseman, que jugó un papel significativo en la promulgación de la famosa Promesa de Belfort y luego se convirtió en el primer presidente israelí, durante la Nakba.
Buscando una expiación, los europeos no tenían intención de detener lo que les estaba sucediendo a los palestinos y esto animó a las bandas sionistas a cometer masacres sin temor a la condena internacional.
Después de que la mayor parte de los judíos de Europa saliera navegando hacia Palestina, el tema del Holocausto fue aprovechado por Israel, que se erigió en el estado que representaba a las “víctimas” y algunos creyeron en Occidente que era más fácil tratar con él que con las propias víctimas. De este modo, comenzó lo que Edward Said denominó la “cadena de victimización” y las “víctimas del Holocausto” se convirtieron en verdugos de otras víctimas propias, los palestinos.
Los gobiernos europeos han mantenido desde entonces un silencio virtual hacia lo que los sionistas están haciendo a los palestinos con el pretexto de mostrar simpatía hacia las “víctimas del Holocausto.”
La canciller alemana, Angela Merkel, pronunció el pasado año un discurso lleno de prejuicios en el Knesset israelí. Ella no mencionó la ocupación y se limitó a alabar a Israel como “un parangón de la justicia, la democracia y la civilización.” No dio tampoco a los palestinos ninguna esperanza de un futuro diferente.
Para expulsar a más palestinos de sus tierras y hogares y expandir la entidad sionista, con la complicidad de la comunidad internacional, la demonización de los palestinos era un prerrequisito. De otro modo, el mundo vería que los judíos israelíes estaban haciendo a los palestinos lo mismo que afirman que los nazis les hicieron a ellos.
Los palestinos fueron calificados de “terroristas” porque decidieron resistir la invasión y ocupación.
El veto de EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU ha sido un instrumento muy efectivo al dar a Israel impunidad para matar a palestinos y árabes durante varias décadas.
El 15 de mayo de 1948, David Ben Gurion declaró el “Estado de Israel” y 62 años después, los estados occidentales y algunos líderes árabes sin carácter continúan celebrando este día negro.
Sin embargo, en el otro lado de la foto, Israel está enfermo, expuesto, vulnerable y en su punto más débil. La comunidad internacional ya no muestra una indulgencia después de que los sionistas cruzaran la línea -en la concepción europea- e hicieran a los habitantes de Gaza lo mismo que los nazis hicieron a los judíos; EEUU está tratando de presionar a un desafiante Israel en el tema de la construcción de los asentamientos; Turquía está dando la espalda a Israel; la crisis está asolando su economía en un momento en el que sus exportaciones hacia Europa han sufrido una fuerte caída y, lo más importante, el movimiento de resistencia en Oriente Medio está fortaleciéndose.
En 2000, Israel se retiró de la mayor parte del sur de Líbano por la fuerza, no mediante los acuerdos o las concesiones. En 2006 y después de 33 días de guerra en Líbano, Israel probó de nuevo el sabor amargo de la derrota a manos de unos pocos miles de combatientes de la Resistencia, después de que su “ejército invencible” presumiera de derrotar a ejércitos regulares árabes en menos de una semana. Hoy en día, Israel está amenazando Líbano, Siria, Irán y toda la región con una nueva guerra; una guerra que muchos creen que sería la última de Israel.
Algunos consideran que el régimen sionista está al borde del colapso y otros consideran que se ha deslizado ya hacia el precipicio.
La Nakba, por su parte, está muy cerca de convertirse en un legado que los palestinos, incluyendo los refugiados que esperan volver a Palestina, dejarán a sus decendientes.
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