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El presidente Morsi flanqueado por los destituidos Moshir Tantawi a su derecha y Anan a su izquierda |
El recién elegido presidente de Egipto Mohamed Morsi no ha
esperado ni dos meses para dar un puñetazo en la mesa y darle la vuelta a toda
la situación política en el país y en la región.
El presidente se ha convertido
de un presidente débil a la sombra del general de Mubarak El Moshir Tantawi y
de ser el hazme reír de varias plumas del periodismo en el país del Nilo y de
varias cadenas de televisión propiedad de las mafias de los hombres de negocio
de los tiempos de Mubarak, al que es hoy en día el hombre fuerte del país. Un
hombre capaz de limpiar la institución militar de cualquier rastro anterior a
la revolución del 25 de Enero y así recuperar todas sus capacidades que se le
fueron arrebatadas dos semanas antes de las elecciones presidenciales por la junta
militar entre ellos la decisión de declarar la guerra.
El famoso escritor egipcio Abdelhalim Qandil ha reconocido
que las decisiones tomadas por el presidente Egipcio de destituir a los hombres
fuertes de la junta militar han sido una maniobra preventiva porque se esperaba
un golpe de estado de los militares el día 24 de este mismo mes.
Son muchos dentro de Egipto y fuera de ella los que han
pensando que el Doctor Morsi nunca intentaría desafiar la junta militar y que
permanecería en el gobierno bajo la tutela del Moshir Tantawi durante años,
pero se equivocaban muchísimo, tal y como hemos visto ayer.
Dijeron que Egipto es un país con dos cabezas, una cabeza
fuerte con hombros que portan medallas y reconocimientos y otra cabeza que casi
no puede asomar y que busca su camino en busca del agrado y el consentimiento,
y pero resultó que la cabeza pequeña ha arrancado de sus raíces a la cabeza
grande y ha tomado decisiones claves y firmes que ponen punto final al control
de los militares y su vuelta a sus cuarteles con su rol natural de proteger al
estado y sus fronteras.
Y todo se lo debemos a la catástrofe del Sinaí en la que
murieron 16 soldados egipcios cerca del paso fronterizo de Rafah, considerada a
partir de ahora un punto de inflexión en la historia reciente de Egipto y es
posible de todo oriente medio.
Este crimen perpetrado por fuerzas islamistas fanáticas ha
descubierto la precariedad de los aparatos de seguridad egipcios por la dejadez
de la institución militar egipcia en cumplir con el deber más básico de
cualquier ejército que es proteger el territorio nacional.
El Doctor Morsi ha convertido este punto débil en una baza
para relanzar la fuerza de Egipto, cuando ha ordenado el despliegue de tanques,
helicópteros y soldados en el Sinaí sin a autorización de Israel.
Lo más seguro es que las decisiones del presidente Morsi de
destituir la cúpula de la junta militar hayan caído como un jarro de agua fría
en las instituciones políticas y militares de Israel y Estados Unidos y de
varias capitales europeas, porque Egipto ya no será gobernada por restos del
antiguo régimen y ya no responderá a las órdenes de los responsables americanos
e israelíes como había sido el caso en más de cuarenta años antes.
Asimismo, Israel ya no tratará con Egipto desde la
superioridad con la que hacía antes y la administración americana ya no podrá doblegar
la voluntad de todo un país por una miseria de ayuda económica que servía en
primera medida para beneficiar las empresas de armamento estadounidenses.
Es probable que haya quien diga que todo lo que acaba de
hacer el Doctor Morsi es una forma de dictadura porque concentra todo el poder
en manos del movimiento de los hermanos musulmanes. Pero ¿no es acaso el mismo
pueblo egipcio el que ha elegido democráticamente a esta opción para que llegue
al poder tanto en las legislativas como en las presidenciales? Y de todas
formas, ¿dónde se ha visto un país con dos cabezas y bajo el dominio del
ejército? algo que los mismos liberales han denunciado durante décadas.
Hoy podemos decir que la revolución egipcia ha concluido el
camino, o por lo menos, ha cogido la buena dirección para llegar a conseguir
las metas por las que fue ideada. Es un camino lleno de dificultades y piedras,
pero ¿quién dijo que esto iba a ser camino de rosas?
Estamos muy contentos por Egipto y seguimos su andadura para
el cambio democrático, porque es el país árabe por excelencia, si este país
está bien, puede conducir la caravana de los otros países y regiones árabes
hacia un futuro mejor, después de 40 años vagando en el desierto de Camp David.
La institución militar se ha puesto del lado del pueblo cuando
éste salió a las calles, y ahora hace lo mismo cuando algunos de sus dirigentes
quisieron desviar el camino de la revolución para servir agendas del antiguo
régimen, aunque fuera de una manera sutil.
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El presidente Morsi y el Moshir Tantawi visitando el lugar del atentado de Rafah. |
Si os fijasteis en las caras del presidente Morsi y el del
Moshir Tantawi y sus ayudantes cuando se dirigieron al Sinaí para seguir las
operaciones militares del ejército, el presidente Morsi estaba tranquilo porque
no le teme a la muerte mientras que los otros estaban asustados ya que estaban
acostumbrados a un presidente como Hosni Mubarak que no salía de su escondite,
y que temblaba por temor a la gente desde que intentaron asesinarle en Addis
Abeba. Egipto necesita un presidente que no le tema a la muerte y parece que su
deseo se está cumpliendo.
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