internet advertising ORIENTE ARABE: Brevemente sobre la actual situación en Siria
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domingo, 10 de julio de 2011

Brevemente sobre la actual situación en Siria

El asunto sirio no hace más que complicarse día tras día. Es normal y aplaudible que el pueblo sirio se haya visto afectado por el virus revolucionario que ha infectado la zona derrocando presidentes y azotando tronos. Pero la situación en Siria es totalmente diferente a los otros países árabes que le han precedido y aquellos que siguen luchando por su libertad.
La diferencia en la situación siria no radica en la composición y forma de la sociedad del país, moderna o urbana como la que se reveló en Egipto o Túnez en comparación con las sociedades tribales de algunos países como Libia o Yemen, ambos en proceso de cambio.

No podemos analizar lo que está pasando en Siria sin olvidar el factor Israel. El estado sionista ha intentado muchas veces establecer una relación tipo Camp David con Siria encontrando siempre las puertas cerradas y la negativa de sentarse a negociar sin antes haber recuperado los altos del Golán, tierra que fue conquistada en la guerra de 1967.

Al contrario, el régimen sirio ha hecho todo lo posible para parar cualquier el avance israelí en tierra libanesa a principios de los años ochenta con la ayuda de la resistencia armada de Fatah. Hay que decir que antes y después de la primera guerra del Líbano, Siria ya se había convertido en el lugar preferido para todos aquellos palestinos ó árabes que buscaban hacer frente a Israel.

La situación de “no guerra-no paz” que mantienen los dos estados desde 1967 se ha visto muchas veces al borde del desastre por acciones israelíes en territorio sirio, como el bombardeo de la supuesta central nuclear siria en el noreste del país árabe, el asesinato de un alto general sirio o el reciente atentado que se cobró la vida del jefe militar de Hezbollah Imad Mughniyeh…

Pero el régimen sirio no ha movido ni un ápice, transmitiendo un mensaje de debilidad pero que dejaba cada vez más un sentimiento de preocupación en el lado israelí que no lograba entender el motivo y la finalidad de tanta pasividad.
Esta indiferencia en actuar en propia defensa sólo se podía explicar desde el punto de vista estratégico de las alianzas que Siria estaba formando a nivel regional con el Irán de los Ayatolás y la Turquía de Erdogan y que sin duda le permitirían afrontar una posible guerra con el enemigo israelí con algunas garantías de resistir y por consiguiente ganar.


Todo este plan llevado a cabo por el régimen sirio en la última década preocupaba a Israel y por detrás a Estados Unidos que han visto en la primavera revolucionaria árabe la oportunidad perfecta para arrodillar al régimen sirio utilizando para ello el propio pueblo sirio. Esto no es nuevo en la administración estadounidense, sino, echen un vistazo a la historia tanto en América Latina como en Oriente Medio.


El mejor ejemplo para ello, lo encontramos en Irán (1953) cuando Estados Unidos y Gran Bretaña idearon el derrocamiento del presidente democrático de Irán Mohamed Mosaddeq (en funciones desde 1951) porque una de sus primeras medidas fue la total nacionalización de los recursos petroleros del país persa.


Lo que está claro es que el gobierno y el régimen sirio se han equivocado y se siguen equivocando en tratar con las manifestaciones con la brutalidad y barbaridad con la que lo están haciendo. Sobre todo después de ver los ejemplos de los otros países que le han precedido en estas actuaciones como Egipto o Yemen, y otros que han intentado llevar la situación por otro sendero menos sangriento (al menos de momento) como es el caso de Marruecos.


Es verdad que el presidente Bashar Al-Assad ha tendido la mano a la oposición y los manifestantes para solucionar los problemas del país mediante el diálogo. Pero hubiera sido más creíble y más interesante que hubiera parado primero los pies a su hermano Maher, autor principal de toda la brutalidad que el ejército y las fuerzas del orden están mostrando a los manifestantes por todo el país.


Pero no es menos verdad que muchos de los que han participado en las matanzas de las primeras manifestaciones (y que han desembocado en este punto de no retorno) han sido militantes libaneses de la facción del 14 de marzo, enemigos férreos del régimen sirio y Hezbollah, que se han infiltrado por la frontera sirio libanesa, algunos con el objetivo de exhortar a los sirios a salir a la calle (amenazando a la población) para manifestarse y otros con la intención de matar a cualquier alma que se mueva en la calle.
Como he dicho al principio, la situación siria es complicada y se está complicando día tras día, sobre todo después de la visita de hace sólo dos días a Hamat (uno de los focos más importantes de las revueltas) de los cónsules de Estados Unidos y Francia para mostrar su apoyo a los manifestantes sirios.


¿Qué habría pensado o hecho el gobierno español si un cónsul marroquí hubiera visitado a los indignados de Sol en Madrid para mostrarles su apoyo? Sólo en Oriente Medio pueden pasar estas cosas que en la mayoría de las partes del mundo sería algo impensable.


Se equivoca Estados Unidos e Israel (y todo Occidente tras ellos) si piensan que después de derrocar al presidente sirio pueden contar con un gobierno “amigo” que haga las paces con Israel y acepte eliminar de sus tierras cualquier rastro de movimiento resistente al estado sionista. Se equivoca Israel si piensa que el régimen actual puede arrodillarse ante la comunidad internacional y acepte romper relaciones con Irán.


Y finalmente, se vuelve a equivocar Israel si cree que puede eliminar a sus enemigos ya sea por la guerra o por las presiones de la comunidad internacional (resoluciones, tribunales, condenas, etc.) puesto que los que le declaran su odio no son más que movimientos de resistencia legítimos que permanecerán (de una forma u otra, bajo una bandera u otra) mientras siga la ocupación de territorios y construcción de asentamientos, mientras los israelíes sigan pisando los derechos de los palestinos y quemando cualquier posibilidad de paz con sus vecinos árabes.


En la foto, e presidente sirio Bashar Al-Assad y su hermano Maher Al-Assad.

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