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domingo, 5 de agosto de 2012

Brevemente sobre los combatientes islamistas en la revolución siria

Lo que es indudable es que la revolución siria ha empezado como un movimiento pacífico que inicialmente pedía reformas y cambios políticos que permitieran una salida a millones de sentimientos que no se veían reflejados en la política del partido único del Baath.
Bashar El Assad podía haber hecho caso en su momento a los gritos de los que clamaban en las calle, eso hubiera sido muy inteligente y muy sabio, Lo primero que le dijo al presidente Kofi Annan cuando llegó a Damasco como enviado especial de la ONU para Siria: “Señor presidente, no se puede remar contra viento”.
Sin embargo, el sentimiento sectario del presidente sirio al representar a una minoría alauita del país, su arrogancia y probablemente la confianza en poder manejar la situación por las inmensas capacidades represivas del régimen. O es posible que pensara que los 40 años que dura el régimen del Baath habían conseguido someter al pueblo sirio. Todo ello no le ha permitido pensar con sensatez e inteligencia de manera que ordenó mandar a matar y humillar a los manifestantes en las calles de las ciudades agitadas. Después de la primera oleada de manifestaciones, y con el paso del tiempo más sectores y zonas del país se fueron sumando a ellas.
El régimen tomó la decisión de militarizar la revolución siria esperando que ello le permitiera poder acabar con los manifestantes después de etiquetarles como terroristas armados. Seguramente alguien le habría susurrado que la sensibilidad de Estados Unidos y Occidente en general con el tema del terrorismo le daría la oportunidad de manejar la situación con completa libertad.
Las primeras explosiones fueron infiltraciones del régimen en grupos armados con matices jihadistas con los cuales el régimen había tratado desde los días de la post-guerra de Iraq, cuando los coches bombas partían a Iraq desde la ciudad de Alepo (Muchos de esos jihadistas fueron encarcelados o liquidados como el caso de Mahmud Qola Gasi “Abu Al Qa’qa’ ” y otros fueron entregados a los Estados Unidos después de enormes presiones sobre el régimen en varias etapas) ,algo que el primer ministro de Iraq Nuri Al Maliki había denunciado varias veces y que generó una alta tensión con el régimen sirio.
Después, la relación se calmaría gracias al apoyo brindado por Bashar Al-Assad a Nuri Al Maliki para ser primer ministro de Iraq con intermediación iraní.
Este entendimiento pasajero entre el régimen sirio y los grupos de Al Qaeda en Iraq no iba dirigido contra una facción en concreto ya sea Chiita o sunita, sino que iba dirigido a hundir el proyecto de invasión de Iraq por parte de Estados Unidos, algo que fue tremendamente positivo y porque el régimen sirio creía firmemente que si Estados Unidos llegara a instalarse sólidamente en Iraq y sin resistencia intentaría seguir con su operación de invasión a Siria tal y como era el proyecto inicial del nuevo oriente medio dirigido a favorecer a Israel mediante la descomposición de los países de la zona en mini-estados con conflictos fronterizos y energéticos entre ellos.
Este era y sigue siendo el proyecto de los neoconservadores estadounidenses para reafirmar aún más si cabe la supremacía de Israel en la zona para varias décadas más.
Por su parte, Irán decidió apoyar a los mismos grupos – Al Qaeda y otros – para que atacaran las fuerzas americanas, al mismo tiempo que iba liquidando los líderes sunitas y sus sabios o sus militares en un intento de debilitarles para la siguiente etapa después de la liberación en un juego muy inteligente, o más bien, oportunista.
El caso es que menospreciar el papel de Al Qaeda y la resistencia iraquí en desplomar el proyecto colonial americano en Oriente Medio es absurdo, aunque se diga que eso ha beneficiado a Irán y sus fuerzas aliadas tanto que se ha apoderado de Iraq. Eso es porque el proyecto colonial americano de Iraq era mucho peor para la nación que el proyecto iraní que se tambalea ahora en territorio sirio a la espera de la caída de Bashar El Assad.
Si el proyecto de los neoconservadores americanos hubiera tenido éxito, la región ahora mismo sería diferente no sólo políticamente sino que cultural y religiosamente, y lo más probable es que estaríamos ante una nueva Sykes Picot con cambios geopolíticos importantes.
De todas formas, no es lógico acusar a Al Qaeda de trabajar para Irán o el régimen sirio, el caso es que en esos años de post ocupación de Iraq compartían la misma agenda en atacar al enemigo lejano representado en Estados Unidos, sin tener en cuenta la gran cantidad de errores que se cometieron como fue por ejemplo atacar la resistencia y dejar paso al control de Iraq por parte de fuerzas chiitas algo que causó la aparición entre otros del movimiento de Sahawat.
En este camino, los grupos jihadistas veían bien cualquier aportación a sus operaciones, tuviera la fuente que tuviera, con tal que beneficie su programa, así después, no dudaron en atacar a Irán y sus aliados (La tregua que había entre las dos facciones se podía explicar por la presencia de dirigentes de Al Qaeda en Irán que se encontraban huidos de Afganistán y en arresto domiciliario).
Actualmente y después de militarizar la revolución ha empezado el tránsito de jóvenes islamistas desde fuera de Siria, muchos de ellos han venido individualmente sin tener ningún contacto con Al Qaeda, pero la militarización sigue siendo en su amplia mayoría siria, se habla de que la relación de combatientes que están llegando de fuera no llega al 5% del total de militantes de la oposición, aunque algunos de ellos tienen una alta experiencia en combates como es el caso de los combatientes libios liderados por Mahdi Al-Harati que jugó un papel muy importante en la revolución libia.
Hoy se puede decir que estos combatientes extranjeros tienen papeles importantes y decisivos, sobre todo porque no se han involucrado - excepto algún caso aislado - en las operaciones suicidas que alcanzan civiles aunque el objetivo sea centros de seguridad del régimen. Su fenómeno en este caso es más cercano al afgano que el caso iraquí.
El problema ahora reside en el papel que van a jugar en la operación de liberación y la importancia de que nadie de ellos intente un discurso fundamentalista o practique la formación de pequeños emiratos o imponer unas normas que les pueda generar problemas con los propios sirios. Porque lo importante es que entiendan la esencia de la revolución que lo que pretende es la libertad y la variedad y que no constituye un golpe militar de la que se pueda beneficiar alguna parte concreto.
Lo que sabemos de fuentes fidedignas es que los que actúan de esta manera son una minoría, mientras que la mayoría aporta positivamente a la batalla y no van a imponer ningún modelo de estado a los sirios después de la liberación.








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